jueves, 17 de julio de 2008

MUERTE AL NACER


Restregó en la intrusa
rostro anciano
reseco, quebrado.
La rodeó, la golpeó
le gritó, le habló, le susurró.

Su testimonio de vida
apenas audible
fue un sollozo gutural
impregnado
de temor, de incertidumbre.

Segura que la muerte
poco a poco iba naciendo
bajando por su cuerpo
sintió la sangre fría

Recogió la lluvia en venas
y en piel, brazos nacieron.
Albergada, querida… quizás amada.
Penetrada por la húmeda negrura
un beso devorador
de la prisión con alma de hogar
recibió.

Manos de naturaleza
le extrajeron del vientre
tierna y verde, indefensa hoja
y al borde de la luz
fríamente fue impulsada.

Su esqueleto
se hizo dueño de la esbeltez
se estiró su cuello al brillante
que cegó sus ojos ciegos.

La terrible unión dio fruto
y siempre… siempre incluyó muerte.


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